Hace ya varias décadas que la información es un elemento clave de la economía, tanto como un factor de producción (input) como un producto de consumo (output). Y no descubro nada nuevo al decir que el comercio de la información como “producto” ha cambiado radicalmente en los últimos años debido a dos avances: la capacidad para digitalizar todo lo imaginable (y de almacenarlo a un coste decreciente) y ponerlo en Internet a disposición de todo el mundo (con un ancho de banda que permita su uso de manera práctica).
No voy a extenderme en describir todos los cambios que están reformulando la manera en la que vivimos y hacemos negocios. Ya se ha escrito y se sigue escribiendo sobre ello. De lo que quiero hablar es de lo que no ha cambiado, que son las leyes básicas de la Economía, entre ellas, la de la oferta y la demanda.
Que yo sepa, aún nadie ha aparecido con un modelo diferente al descrito por Adam Smith en el siglo XVIII, expresado gráficamente por primera vez por Cournot y popularizado gracias a los “Principios de Economía” publicados por Marshall poco antes de comenzar el siglo pasado.
Lo único que ha cambiado son las condiciones que afectan a la oferta de los bienes de información: al digitalizar y poner en Internet, el coste marginal de “fabricar” una nueva unidad y “distribuirla” al mercado es cero o lo que convierte en infinita a la oferta. Y si la oferta es infinita, ¿qué pasa con el precio? O la demanda es infinita también, que no lo es dado que la población del mundo es finita, o el precio sigue el mismo camino que los costes y se reducen a cero también.
Y esto es lo que trae de cabeza a la mayoría de discográficas, productoras, empresas de software, etc. que dedican ingentes cantidades de dinero en investigar para limitar artificialmente una oferta que es infinita. Y como este esfuerzo es como tratar de meter toda el agua del mar en un hoyo en la arena, más valdría aceptar que es la economía, …
Impecable razonamiento. El P2P no es ni bueno ni malo. Simplemente es.
Interesante, hoy que lo vuelves a citar, el leerlo con perspectiva… las conclusiones siguen siendo perfectamente válidas cuatro años después.
Efectivamente Enrique, me pareció interesante republicar en Twitter viejos posts aleatoriamente y la verdad es que cada vez me gusta más la idea, además de darle otra oportunidad a entradas que escribía cuando tenía una o dos visitas al día (tampoco es que ahora tenga muchas más, de todos modos)
Respecto al contenido, totalmente de acuerdo. Por definición, cualquier bien deja de ser económico cuando deja de ser escaso. Lo que no hay que hacer es confundir el sujeto de la escasez: el contenido (el arte del autor) con el continente (el soporte físico o digital). Éste ya no es escaso y, por tanto, ha dejado de ser valorado por los consumidores como un bien por el que merece la pena pagar. Aquél sigue siendo, como mínimo, tan escaso como siempre y, por lo tanto, habrá gente dispuesta a pagar por él.
Aunque el negocio se parecerá más al de un abogado, un consultor o un conferenciante: ya no será un modelo escalable, sino que dependerá de cuantos “bolos” sea humanamente capaz de hacer. Y cambiará la secuencia: antes se daban conciertos para promocionar el LP, ahora hay que hacer accesible la obra para promocionar los conciertos.
Muchas gracias por volver por aquí
Saludos,
Antonio.