Pro beneficio maleficium accipere

Trasteando con el juguetito que me han traído SS.MM. estaba maravillándome de lo que es capaz de conseguir la capacidad inventiva del ser humano -debe ser que me hago mayor que ya empiezo a maravillarme de estas cosas. De ahí he pasado a reflexionar sobre el hecho de que eso es así gracias al régimen de libertad y el respeto a la propiedad privada, que impulsan la creatividad empresarial de las personas. Y es esta libertad, y no ningún gobierno, la que nos ha hecho progresar como sociedad.

Y he querido utilizar la palabra progreso conscientemente, a pesar de que es una entre tantas palabras que, de tanto manosearla se ha desvirtuado -más bien vaciado- su significado. En todo caso, en mi opinión, insisto que es la libertad y el respeto a la propiedad privada, o lo que es lo mismo, el sistema de libre mercado o capitalismo, lo que ha permitido el progreso de la civilización. Cuando no lo ha habido -o allí donde no lo hay- las sociedades se estancan o retroceden, dado que la tanto la falta de libertad -entendida como ausencia de coacción- como la imposibilidad de que los individuos aprovechen el fruto de su actividad creadora, bloquean la función empresarial. Y sin función empresarial no hay innovación, y sin innovación no hay progreso. Por mucho que el gobierno de turno promulgue una que ley diga que hay que innovar y nos obligue a los ciudadanos a financiar los proyectos que los burócratas decidan (es decir, den subvenciones con nuestros impuestos).

Pero aún hay quien piensa que esto no es progreso. Y que nuestra sociedad capitalista animal, ultra-neo-maxi-hiper-archi-liberal no hace sino agrandar las diferencias entre ricos y pobres. Sobre este mito algún día escribiré algo, pero centrándonos en el progreso, como aumento general de la riqueza, nadie puede negar que en su conjunto el ser humano disfruta hoy de un mayor nivel de vida que antaño.

Como simple anécdota que puede ilustrar este progreso material, podemos pensar por ejemplo en el iPod con el que empezaba el post, ya que hoy en día y a las horas a las que algunos continuamos en las oficinas no es raro coincidir con la señora de la limpieza con su MP3 y sus cascos puestos escuchando su música favorita -profesión digna donde las haya pero poco remunerada. Pues bien, no olvidemos ni pasemos por alto que ni siquiera el mismísimo Rey Sol, Luis XIV, con todo su poder absoluto -y su “L’État, c’est moi“, apócrifo o no- hubiera podido disfrutar de un repertorio musical tan amplio y allí donde quisiera -no me lo imagino haciendo footing por los jardines de Versalles con toda la orquesta de cámara siguiéndole detrás tocando el violín mientras le siguen el ritmo a trote ligero.

Y es que, como en el poema de R. W. Grant, “Tom Smith y la increíble máquina de hacer pan“, parece que damos por sentado lo que tenemos y no nos paramos a reflexionar sobre gracias a qué lo tenemos. En este sentido, pensaba con la historia del iPod en todos los bloggers, twitters, gurús del social media, etc. que la tienen tomada con el capitalismo pero, eso sí, utilizan para ello su iPhone, Blackberry, móvil con Android o el Nexus One, todos ellos inventos capitalistas y de los que disfrutan gracias precisamente al proceso de mercado. Aún así, arremeten contra él como si fuera el verdadero pecado original de la especie humana -y no el de arrogancia (Otro ejemplo parecido de tirarse piedras contra el propio tejado con tal de criticar la libertad está en el consumismo navideño sobre el que escribía hace un par de años y que este, lamentablemente no ha sido noticia por las causas por todos conocidas).

Tom Smith y la increíble máquina de hacer pan
R.W. Grant
(Fragmento de la traducción española publicada por Unión Editorial en Lecturas de economía política, vol.1, Jesús Huerta de Soto)

Esta peregrina historia
Trata del buen Tom Smith,
Que le quitó el hambre al mundo
Y pasó de héroe a vil.
(…)
La máquina que ha inventado
No es de poco más o menos:
Hace pan casi de balde,
En rebanadas y envuelto.
(…)
Al fin come el mundo entero
Gracias a Smith y su ciencia.
(…)
De Tom, héroe de hoy,
Nadie se acuerda mañana.

El tiempo vuela; y Smith,
Aunque se ha hecho millonario,
No es ya nadie para quienes
Comen su pan a diario.

“¿De Dónde viene ese pan?”
Le preguntáis a la gente;
Y ellos comen y se extrañan:
“!Ah!, ¿pero no lo hubo siempre?”
(…)
A partir de aquella fecha

En que, al subir los impuestos,
Y aun sin irse de la mano,
Tuvo que subir el pan.
¡Ahora cuesta ya un centavo!

“¿Qué pasa?”, clama la gente.
“¿Qué pretende el muy infame?
¿Quiere apilar más millones
A costa de nuestra hambre?”
(…)
Como el pueblo es lo primero,
Nadie podrá discutir
Que en asuntos de esta clase
A él toca decidir.

Intervienen presurosos
Los agentes del gobierno,
(…)
Ahora el pan lo hace el gobierno,
Y –no es preciso decirlo-
Todo está bien controlado
Y el público protegido.

Claro que el pan sale a dólar.
Pero el Estado lo vende
A medio centavo. (El resto
Lo paga el contribuyente).

Reproduzco a continuación el poema completo en versión original -es decir, en inglés- según está publicado en la página del Mises Institute con licencia CC-BY. La traducción completa se puede consultar aquí.

Tom Smith and His Incredible Bread Machine
R. W. Grant

This is a legend of success and plunder
And a man, Tom Smith, who squelched world
hunger.
Now, Smith, an inventor, had specialized
In toys. So, people were surprised
When they found that he instead
Of making toys, was BAKING BREAD!

The way to make bread he’d conceived
Cost less than people could believe.
And not just make it! This device
Could, in addition, wrap and slice!
The price per loaf, one loaf or many:
The miniscule sum of under a penny.

Can you imagine what this meant?
Can you comprehend the consequent?
The first time yet the world well fed!
And all because of Tom Smith’s bread.

A citation from the President
For Smith’s amazing bread.
This and other honors too
Were heaped upon his head.

But isn’t it a wondrous thing
How quickly fame is flown?
Smith, the hero of today
Tomorrow, scarcely known.

Yes, the fickle years passed by;
Smith was a millionaire,
But Smith himself was now forgot
Though bread was everywhere.

People, asked from where it came,
Would very seldom know.
They would simply eat and ask,
“Was not it always so?”

However, Smith cared not a bit,
For millions ate his bread,
And “Everything is fine,” thought he,
“I am rich and they are fed!”

Everything was fine, he thought?
He reckoned not with fate.
Note the sequence of events
Starting on the date
On which the business tax went up.
Then, to a slight extent,
The price on every loaf rose too:
Up to one full cent!

“What’s going on?” the public cried,
“He’s guilty of pure plunder.
He has no right to get so rich
On other people’s hunger!”

(A prize cartoon depicted Smith
With fat and drooping jowls
Snatching bread from hungry babes
Indifferent to their howls!)

Well, since the Public does conle first,
It could not be denied
That in matters such as this,
The Public must decide.

So, antitrust now took a hand.
Of course, it was appalled
At what it found was going on.
The “bread trust,” it was called.

Now this was getting serious.
So Smith felt that he must
Have a friendly interview
With the men in antitrust.
So, hat in hand, he went to them.
They’d surely been misled;
No rule of law had he defied.
But then their lawyer said:

The rule of law, in complex times,
Has proved itself deficient.
We much prefer the rule of men!
It’s vastly more efficient.
Now, let me state the present rules.

The lawyer then went on,
These very simpIe guidelines
You can rely upon:
You’re gouging on your prices if
You charge more than the rest.
But it’s unfair competition
If you think you can charge less.

A second point that we would make
To help avoid confusion:
Don’t try to charge the same amount:
That would be collusion!
You must compete. But not too much,
For if you do, you see,
Then the market would be yours
And that’s monopoly!”

Price too high? Or price too low?
Now, which charge did they make?
Well, they weren’t loath to charging both
With Public Good at stake!

In fact, they went one better
They charged “monopoly!”
No muss, no fuss, oh woe is us,
Egad, they charged all three!

“Five years in jail,” the judge then said.
“You’re lucky it’s not worse.
Robber Barons must be taught
Society Comes First!”

Now, bread is baked by government.
And as might be expected,
Everything is well controlled;
The public well protected.

True, loaves cost a dollar each.
But our leaders do their best.
The selling price is half a cent.
(Taxes pay the rest!)

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